Alabado sea Jesucristo…
“Reza, espera y no te preocupes. La preocupación es inútil. Dios es misericordioso y escuchará tu oración...” (San Padre Pío de Pietrelcina)
¡Qué hermosas palabras del Padre Pío, el cual competía con otros frailes a ver quién rezaba más Rosarios en el día! Santa competencia, que ojalá pudiéramos imitar nosotros. Porque debemos saber que con la oración obtenemos TODO de Dios, porque la oración es omnipotente, ya que nos obtiene al mismo Dios, que se da enteramente a quien reza.
No perdamos tiempo inútilmente en frivolidades, sino aprovechemos el tiempo de vida que Dios nos concede, para rezar más y mejor. Si hacemos así no nos arrepentiremos de ello, y en la hora de nuestra muerte nuestro mayor consuelo serán las horas pasadas en oración.
La oración nunca vuelve a nosotros vacía, sino que obtiene lo que pedimos en ella, o por lo menos obtiene un don mejor o más conveniente para nosotros y también para aquellos por los que rezamos.
Lo que nos hace falta es tener una verdadera e ilimitada confianza en Dios y en su Madre, porque la oración depende en gran parte de nuestra confianza. Tenemos que creer en el fondo de nuestro corazón que lo que estamos pidiendo en la oración ya lo hemos obtenido, y entonces lo obtendremos. Eso es lo que nos ha aconsejado el Señor en el Evangelio.