Alabado sea Jesucristo…
Hoy los argentinos celebramos el Día de la Bandera, como homenaje a Manuel Belgrano, su creador y prócer de la Patria, que murió en la mayor pobreza un 20 de junio del año 1820. Leer la biografía de este abogado, militar y político de los días de la independencia argentina, puede ser un buen ejercicio para comprobar qué lejos estamos de estos hombres leales a la causa nacional, profundamente cristianos, honestos hasta el extremo, verdaderamente patriotas (no en los discursos sino en los hechos), que nos dieron la Argentina grande que tuvimos.
Hoy, la corrupción institucionalizada; la mentira descarada; la voluptuosidad obscena e inmoral de los que gobiernan; la permanente violación de la Constitución y de las leyes por parte de las autoridades; el atropello a los derechos del pueblo con absoluta falta de justicia independiente y seria; la destrucción de la cultura del trabajo; la aniquilación de la educación y salud públicas; la persecución de todo quien no piensa lo mismo; la entrega maliciosa de la soberanía de la Nación a través de sus tierras y sus recursos naturales puestos vilmente en manos extranjeras; el despojo y abandono genocida de los pueblos autóctonos; la indefensión de las fronteras nacionales absolutamente permeables al tráfico de drogas que están envenenando toda una generación de nuestra juventud; la inseguridad y la violencia urbana que nos mata cada día; y muchas otras cosas más que sería largo enumerar, están destruyendo el país que los próceres de la Independencia del siglo XIX y nuestros abuelos trabajadores de principios del siglo XX nos legaron, a la vez que están robando el futuro de nuestros hijos y nietos.
En medio de tanta destrucción, de tanta maldad y de tanto odio desplegado hacia todos y todas… solo nos queda invocar a Dios, pedirle su ayuda para nuestra Argentina, para que nos libre pronto de esta lacra política que “nos gobierna”, a la vez que vamos a rezar cristianamente por ellos, para que al Altísimo toque sus corazones y les haga comprender sus errores y cambiar sus conductas. Por ello vamos a transcribir la Oración por la Patria, escrita por el Episcopado Argentino:
Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Nos sentimos heridos y agobiados. Precisamos tu alivio y fortaleza. Queremos ser nación, una nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común. Danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la paz. Concédenos la sabiduría del diálogo y la alegría de la esperanza que no defrauda. Tú nos convocas. Aquí estamos, Señor, cercanos a María, que desde Luján nos dice: ¡Argentina! ¡Canta y camina! Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos. Amén.