Y siguió pasando la vida, día tras día… Lunas y lunas renacieron detrás de cada uno de los atardeceres que pudimos vivir. Y la gente en la calle no percibió nada… O casi nada, pero las cosas habían cambiado tanto que no puedo decir exactamente cuándo ocurrió que me perdí entre ellos, buscándote, pidiéndote que aparecieras por algún lugar, rogándote… Pero no te encontré más que al intentar confundir tu sonrisa con alguna que al pasar, me regalara algo de ti. Pero nunca más, nunca más te volví a ver.
Y si supieras lo que te necesito. Lo que te extraño. Me desespero. Y sé de todos modos, que ni así puedo encontrarte…pero vuelvo cada vez a necesitarte un poco más. Desde aquel día hasta hoy, las cosas han cambiado tanto. El mundo poco a poco se va deshumanizando al punto de sentir miedo al pensarlo. Las personas no se miran demasiado a los ojos, las personas carecen de memoria muchas veces por comodidad, otras por ignorancia y habrá tantos otros motivos, pero tampoco los comprendo ni comparto seguramente.
Yo me siento tan impotente tantas veces. Me duele la vida. Me duele la extrañeza con la que nos miramos aunque hayan pasado años. Es como si aquella inocencia y credulidad hubieran quedado sepultadas el día que dejé de creer en la maravilla de “la raza humana”. Cuando entendí que nadie puede hacer nada ante un hombre que decide sobre los demás y un poder tan absurdo y obsoleto
como su razonamiento lo sostienen.
Un poder desmedido que te quitó todo. Poder que enferma, que mata. Y sé que lo que reste de vida, lo viviré así. Siempre en tu ausencia, conformándome con una presencia discreta que apela a mi memoria, que ansía encontrarte en los espacios compartidos y hace
esfuerzos por recordar más… Cada día algo más. Lo logró de todos modos, te recupero intacto, bellísimo.
Y puedo asegurarte que tu fuerza la recupero a cada instante, y la hago propia, y con ella puedo y pude hacer cada una de las cosas que
te prometí hacer por los dos. Sólo hay veces que me siento cansada y necesitaría un abrazo
–pero solamente tuyo y ahí es cuando entiendo cuan humanos somos, y vuelve
a dolerme el silencio. Amigo... Te extrañaremos siempre.