Tu cárcel es mi refugio, ¡oh! adicción divina, ¡oh! placer negado a muchos, quien menosprecia tu poder, que me convierte en un insensato e insolente, no sé, si víctima o victimario de tus mieles. Jamás haré una plegaria para escapar de ti, jamás haré una plegaria para llegar a ti.
¡Oh! Negación cruda que escapa a mi mortalidad, que puedo permanecer preso por la eternidad aunque me dejas la libertad de escapar cuando quiera.
¿Qué poder tienen tus paredes?, ¿qué distracción tienen tus profundidades?, que hasta la castidad ponen a prueba y quebrantan su santidad. Los eternos, te temen los débiles te adoran, que blasfemia la mía si te considero una maléfica bendición, que locura la mía si te brindo pleitesía.
No puedo dejarte ni pensarlo, buscarte ni imaginarlo, que calamidad la mía si me siento como en la encrucijada de lo Celestial y lo Diabólico. ¡Oh! Cárcel infame, eres mi refugio, hasta el final de mis días febriles.