El yo neurótico es el que ha fracasado en el proceso de identificación y permanece en el conflicto interno.

Ser el que uno realmente Es, es un problema que no todos logran resolver y que se mantiene latente en la vida perturbando el propio desarrollo y las relaciones familiares, laborales y sociales.

Esta ambivalencia entre el Ser y el parecer es una fuente de angustia profunda y la razón de una existencia gris e infeliz.

Vivimos en una sociedad donde todos en alguna medida somos neuróticos, porque las pautas sociales nos obligan a reprimir nuestros impulsos naturales y a relacionarnos a través de una máscara.

Los síntomas neuróticos, como la angustia, la ansiedad, los miedos, las fobias, las adicciones, la depresión,las obsesiones o la histeria, son distintas manifestaciones del carácter neurótico, que según la escuela psicoanalítica son producidos por las defensas del yo.

El yo es fuerte para ejercer su función represiva y a la vez es demasiado débil por ceder a las presiones sociales y no atreverse a ser él mismo.

El neurótico generalmente tiene un carácter patológico, una manera de ser anormal compulsiva y repetitiva, una disposición básica a la introversión, a la manía, a los escrúpulos y también a la exaltación exagerada imaginativa.

Hoy en día, los avances de la neurociencia han demostrado que estas conductas desequilibradas modifican los circuitos cerebrales y se transforman también en condicionamientos orgánicos, como sucede con las adicciones.

Este estado de malestar permanente, de disconformidad consigo mismo y con los otros, se experimenta como un sentimiento de angustia, vergüenza, culpa, deseo de auto castigo, complejos de inferioridad, alta sensibilidad a la frustración y baja autoestima; modos de comportamientos característicos del carácter neurótico.

La angustia del neurótico no se desencadena debido a situaciones tensas sino que proviene de su interior, lo que hace que se renueve en forma constante.

Los síntomas del neurótico son las reacciones ante la angustia, o sea, mecanismos de defensa que le sirven para tolerarla.

En el caso de la fobia, la angustia se organiza y se desplaza, transformándose en pánico hacia un objeto determinado o a una acción o una situación simbólica.

En la obsesión, las defensas coartan la libertad personal, porque representan obstáculos impuestos, como por ejemplo, rituales mágicos, prohibiciones, tabúes que impiden la realización de los actos vitales normales.

En otros casos, la angustia es desplazada al área somática a través de distintos trastornos funcionales que reemplazan en forma perversa la solución real del conflicto, como malestares digestivos, colon irritable, taquicardia, jaquecas recurrentes, y otros.

El neurótico vive su vida disfrazando su angustia en síntomas que se traducen como comportamientos o sentimientos excesivos, como la obsesión por la higiene, la obsesión estética, la ética desmedida, los dogmatismos, la esclavitud con ciertos tabús, comportamientos mentirosos, simulaciones y en la forma general de orientar la existencia.

El problema es el perpetuo debate consigo mismo en una situación permanente de conflicto interior, porque no puede asumir el rol de su personaje e identificarse consigo mismo y ser auténtico; manteniendo un juego artificial y falso para vivir su angustia.

De allí provienen las características de la existencia neurótica, que son la exageración, la teatralidad, la ficción como modo de vida y la falsedad de los sentimientos y de las acciones.

Fuente: “Tratado de Psiquiatría”; Henry Ey



la guia de psicologia