Alabado sea Jesucristo…
Hoy, Fiesta del Santo Cura de Ars, la Iglesia celebra el Día del Párroco, que es el sacerdote a quien la Iglesia le encomienda el cuidado pastoral de una Parroquia. No hay duda que la imagen ideal del párroco es la del Buen Pastor: “Yo soy el Bueno Pastor”nos dice Jesucristo (Jn. 10). En este bello pasaje del Evangelio el Señor nos ha dejado un modelo de Pastor que se define por su presencia y escucha, su conocimiento y amor, su acompañamiento y entrega.
La Parroquia transformada en una comunidad de comunidades, tiene una actividad que requiere permanentemente de la presencia del Párroco, ya sea para aportar una opinión, una sugerencia o una iniciativa, a través de él se trata de sobrellevar las pruebas, a las que somos sometidos, en nuestro tránsito por la vida cotidiana. Él se transforma en un guía espiritual en la búsqueda de Dios quien es en última instancia el sostén de la vida espiritual y física de todos los seres humanos que lo buscamos y necesitamos su presencia. El Párroco nos aconseja, nos contiene, perdona nuestros pecados en el sacramento de la reconciliación, bendice nuestros hogares, nos entrega el cuerpo y sangre de Nuestro Señor en la Eucaristía, acompaña nuestros enfermos con el sacramento de la unción, organiza los grupos parroquiales destinados a realizar diversas obras cristianas comunitarias presididas por la caridad… El Párroco siempre está cuando lo necesitamos. Sepamos también nosotros acompañar permanentemente con gestos concretos su ministerio sacerdotal.
En este día regalemos a nuestro Párroco la oración para que el Señor lo fortalezca en su misión, sumado a nuestro saludo personal y también renovemos nuestro sentido de pertenencia y de compromiso pastoral en la vida de nuestra Parroquia.