Al miramos a los ojos, después de algún enojo,
veo que lloran y escojo, el beso de tu llorar.
Y siento que me recojo, por dentro con un pesar,
sufriendo por verte hablar, con el lloro de tus ojos.
Cuando me miro al espejo, de tu mirada tranquila,
nunca siento que me alejo, de tu carne, de tu vida.
Brillo como el lucero, tú como estrella encendida
y todos miran al cielo, de tu mirada florida.
Tu eres sol y yo el abrojo, en medio del camporal
y me alegra tu sonrojo, cuando me quieres besar.
Que dichosos son tus ojos, ellos que pueden hablar,
se llenan con el antojo, de los colores del mar.
Nunca me puedo apartar, de aquella visión serena,
confundido en tu mirar, bebiendo de tu colmena,
Y nunca me puedo zafar, del nudo de tus caderas.
adoro tu romancear, bendigo tu piel de avena.
Con ese arrullo de viento, quizás me pueda llevar,
y yo recorrer te quiero con suaves manos tu monte,
y con tus labios cantar el trino de los sinsontes,
y soñar cual saltamontes, prendido de tu rosal.
Eres azúcar y yo sal…, tú el complemento bonito,
yo endulzo tu paladar, tu, tu me devoras a gritos,
en mi pecho estás el andar, y el beso que me adjudico,
el que me quiero robar, de aquellos ojos benditos.
Cuando te miro e imploro, sufro, lloro y me alojo,
al beso de ese llorar, tus lagrimas triste al rodar ,
rodando de puro antojo, buscan poder encontrar,
el amor que así me llena, ese que vive en tus ojos.
Osmani Llombart.