Alabado sea Jesucristo…
La esencia de la vida cristiana es una paradoja. La vida plena se consigue perdiendo la propia. No es nada complicado explicarlo de forma teórica. Lo complicado es vivirlo. Los mártires cristianos de todos los tiempos lo descubren a la primera. Ellos saben que si viven con radicalidad el mensaje cristiano enfrentarán hostilidades y ataques por parte de todas aquellas instituciones que ven amenazados sus intereses.
Así le sucedió a nuestro Señor Jesús y luego a uno de sus discípulos: Santiago Zebedeo; lo mismo pasó con Monseñor Romero que con San Francisco de Asís o con Martin Luther King. La fidelidad al mensaje de Jesús genera reacciones violentas contra los testigos de una sola pieza.
En un primer momento el apóstol Pedro quiso poner a salvo su propia vida, finalmente reconsideró las cosas y selló su fidelidad al Señor con su entrega martirial.
"La verdad católica"