Déjame que me contagie de ese amor tardío que llora en mis venas, de esas estrellas azules que las cuento en tus noches bellas, déjame que me bañe en la hermosura de tus penas, con tus pasos yo he andado mil milenios en los caminos de tu voz serena.
Déjame que lave mis lágrimas de amor en tus ojos negros, esos ojos negros que miran el horizonte y reflejan belleza, esos ojos hechiceros que dormir un día no quisieron y me dieron tanto amor que no puedo reponerlo.
Déjame que guarde mil sueños en tu sencillera, la sencillera de tu alma que guardas con hermosura, déjame depositar mi amor de hombre en tu cuerpo de diosa, por ser un ángel que bajó del cielo sin darse cuenta que eres bella.
Déjame que te guíe por las sendas de las horas tibias, que acaricie tus manos y besarlas con locura, tienes el frescor de las mañanas llenas, tienes el temblor de las niñas que no han amado en horas frías.
Déjame que te contagie mi amor sin que te des cuenta, déjame que me bañe en las brisa de tu frescura, quisiera poder volar con tus alas de paloma buena, y juntos llenar tu horario para vivir un siglo de ternura .
Última edición por Manuel Aníbal
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