¿Porqué el bostezo es contagioso?
Mira a alguien bostezar, y trata de no bostezar. Puede ser imposible de resistir. Incluso leyendo sobre el bostezo puede hacer que lo hagas.
Ahora, un nuevo estudio ofrece una visión de porqué el bostezo es poderosamente contagioso.
El estudio sugiere que bostezar cuando otro lo hace es un signo de empatía y una forma de vinculación social. Los niños no desarrollan este comportamiento profundamente arraigado hasta alrededor de los cuatro años de edad.
Bostezar eventualmente podría ayudar a los médicos a diagnosticar trastornos del desarrollo. También podría conducir a una mejor comprensión de cas formas sutiles en que las personas se comunican y conectan.
El contagio emocional parece ser un instinto primario que nos une, y el bostezo puede ser parte de eso.
Los fetos comienzan a bostezar en el vientre sólo 11 semanas luego de la concepción.
Los científicos todavía no pueden explicar porqué el bostezo espontáneo continúa toda la vida, y la teoría más popular, es que sirve para tomar más oxigeno. De hecho, todos los vertebrados bostezan, incluidas las serpientes y los lagartos.
El bostezo contagioso es una historia diferente. Sólo los seres humanos, los chimpancés y posiblemente los perros han demostrado que lo hacen.
Al igual que la risa contagiosa y el llanto contagioso, los científicos han teorizado que el bostezo contagioso es una experiencia compartida que promueve la unión social.
El experimento
Se leyó el mismo cuento a 120 niños entre las edades de uno a seis años. Los niños fueron agrupados por edad, por lo que todos los de un año de edad escucharon una lectura, todos los de dos años escucharon otra, y así sucesivamente. Había 20 niños en cada grupo de edad.
En cada historia de 10 minutos, el lector bostezó intencionadamente cada 90 segundos. Una cámara registró si los niños estaban mirando y si es así, si bostezaban también.
Ninguno de los niños de un año bostezó. Sólo uno de dos años, y dos de tres años.
Hubo un salto espectacular en el grupo de los cuatro años de edad, donde el bostezo se extendió a 9 de cada 20 niños. Esa tasa se mantuvo estable para los grupos de mayor edad.
Y coincide con los experimentos en los adultos, que encuentran que entre el 40 y el 60 por ciento de los adultos después de ver bostezar a alguien bostezan, también pensando en bostezos, o incluso leyendo la palabra “bostezo”.
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