Alabado sea Jesucristo…
La crisis que agobia a la familia y al matrimonio no es una situación nueva. Las relaciones amorosas al igual que otras relaciones humanas, se han vuelto frágiles y conflictivas. Probablemente siempre lo han sido, solamente que ahora esa problemática se ventila de forma más transparente. Por otra parte, la capacidad de restringir el egoísmo parece estar a la baja en la sociedad actual.
La voluntad de autoafirmación y el deseo de subordinar a las personas a nuestras expectativas e intereses, explican algunas de las rupturas y fracasos en las relaciones interpersonales. La reflexión y la toma de decisiones a propósito de estas difíciles situaciones humanas, tiene que darse desde la búsqueda de la exigente voluntad de Dios, desde el respeto a la dignidad de cada persona y desde una reflexión auténticamente libre y generosa.
En una palabra, el discernimiento de la voluntad de Dios en relación al matrimonio demanda autocrítica, apertura y generosidad.
"La verdad católica