¿Qué son los “llamados de atención”? Porque estos temas, como tantas otros, se transforman en clichés, en frases hechas, en preguntas repetidas que se tocan de oído. Esos llamados de atención, lo sabemos, no solo se producen en sujetos adolescentes, sino en cualquier sujeto que no tiene otra manera de responder, y esos llamados de atención convertidos por ejemplo en “actos de rebeldía adolescente” pueden ser nada más y nada menos que
Para acotar un poco el tema, cuando uno convive con un adolescente, sabe de alguna manera que estos “llamados de atención” pueden responder a varias cuestiones.
En principio se le quiere llamar la atención a alguien, a Otro,
Los padres a veces no saben cómo reaccionar ante estos llamados de atención y se ponen ellos mismos como las víctimas de la situación, o bien la relativizan queriendo cerrar el tema con que “es un adolescente” y por eso hace lo que hace… Pero ocurre que esas reacciones de los padres los llevan a adoptar una posición que no les permite hacer lugar a lo que el adolescente quiere decir con eso.
En la clínica psicoanalítica nosotros sostenemos que esos llamados de atención tienen que ver con la angustia. Si. ¿Y cómo se vinculan estas cuestiones? Es que esas puestas en acto, esas escenas armadas, esos actings o pasajes al acto de los más sencillos e imperceptibles a los más floridos y variados, son respuestas, salidas ¿a qué? A la angustia que emerge cuando alguien siente que no tiene un lugar en el deseo del Otro. Esto quiere decir que ese Otro no logra “agujerearse” para hacer lugar a ese objeto en el que el adolescente se convierte cuando actúa.
Claro que esto debe abordarse clínicamente. Porque se tiene que determinar cuál es el Otro al que se llama: pueden ser los padres, o uno de ellos, la noviecita, el colegio, un grupo de pertenencia…Caso por caso.
Además tenemos que estar advertidos de que vivimos en una cultura en la que se han producido muchos cambios de un tiempo a esta parte. Un cambio ¿estructural? que tiene efectos en los adolescentes de nuestra época. Una cultura con un discurso que produce objetos evaluados constantemente para ver si están a la altura de la época (con la demanda insaciable de deber tener éxito en todos los campos)
Y el sujeto queda reducido a dos síntomas típicos como son, respecto de esa demanda de éxito, “el sentirse fuera”, “ser el raro”, “ser el excluído”, etc. O bien ser “códigos de barra” para poder ser aceptados en este mundo que vivimos.
La opción que damos a este tema de la angustia y la particularidad en nuestra época, es principal y fundamentalmente la de apostar al deseo, no aplastarlo.
En definitiva, hacer lugar, alojar el “llamado de atención” para que surja algo nuevo.