Alabado sea Jesucristo…
En la lectura del Evangelio de hoy, tomado de San Marcos 6, 7-13, encontramos a Jesús enviando a los apóstoles a su misión evangelizadora por el mundo.
Y esa misión nos toca de cerca a todos nosotros también por nuestra condición de bautizados que nos da el derecho y el deber de contribuir al crecimiento de la Iglesia y su expansión por el mundo llevando la Palabra de Dios a todos los hombres de buena voluntad que quieran recibirla.
El Concilio Vaticano II dejó en claro que cada cual será apóstol según los dones recibidos de Dios y su vocación personal, pero deben serlo todos, porque en el bautismo todos recibieron una verdadera investidura apostólica y con ella la caridad que es alma de todo apostolado. Las formas y responsabilidades particulares serán diferentes para los Obispos, sacerdotes, personas consagradas a Dios, padres o simples cristianos; pero todos son apóstoles, porque todos indistintamente han sido asumidos e insertos por Cristo como miembros vivos de su Cuerpo místico.
Todos los apóstoles, dice San Pablo, son “ministros”, servidores de Dios, “y cada uno según lo que el señor le dio”. No hacen otra cosa que prestar a Dios su esfuerzo, mas el verdadero actor es sólo Dios. El apostolado no es obra humana sino obra divina a la que el apóstol presta su colaboración como humilde instrumento. El apóstol está con Jesús en las cosas del Padre (Lc 2, 49) y trabaja con él en la difusión del Reino.
Sepamos pues ser apóstoles de Jesús en todos los ámbitos en los que nos toca actuar cada día…
Gracias. Sagrado Corazón de Jesús, por regalarme un día mas para amarte. Casimiro López Cano.