Alabado sea Jesucristo…
Con esta solemne aclaración se anuncia en la liturgia que “eso” que se acaba de leer no es una palabra cualquiera: ¡Es palabra de Dios!
El hombre moderno está harto de palabras. Sin embargo, la palabra es poderosa, y muchas veces su influencia es decisiva en nuestra vida. Así ocurre con la palabra de Dios. Ella es luz para nuestra inteligencia, alegría para el corazón, fortaleza para nuestra debilidad, descanso para el alma. Jesús dirá en cierta ocasión: “¡Felices los que escuchan la palabra de Dios y la practican!” (Lc 11, 28)
Para el cristiano es fundamental leer, reflexionar y orar la Palabra…
El Domingo (Ed. San Pablo)
Sagrado Corazón de Jesús. Gracias por regalarme un día mas para amarte y servirte. Casimiro López.