Alabado sea Jesucristo…
Las estrellas están “allí”, en el firmamento. Muchos las ven e incluso las admiran. Pero otros “ni se dan cuenta” de que existen, no gozan de la particular belleza de un cielo estrellado. La estrella del cristiano, y de la historia, es Jesús.
Si miramos el mundo a través de los medios de comunicación, veremos más tinieblas que luz. Pero la inmensa luz de Dios, su estrella, que es Cristo, sigue quebrando la oscuridad de la injusticia, la avaricia, el egoísmo, la indiferencia, los miedos, el desaliento… mediante hombres y mujeres de buena voluntad que no se conforman con su “bienestar” y lo “superan” para transformarlo en solidaridad y fraternidad. Son todos los que cada día siguen la estrella de la esperanza de ser una pequeña estrella del Padre celestial para el bien de los hermanos.
El Domingo