AlABADO SEA JESUCRISTO. Apocalipsis 21, 1-5a
*Dios enjugará las lágrimas de sus ojos*
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: "Ésta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado." Y el que estaba sentado en el trono dijo: "Todo lo hago nuevo."
Palabra de Dios.
Meditación
Por su parte Juan, el vidente de Patmos, alienta nuestra esperanza con su magnífica visión de “un cielo nuevo y una tierra nueva”, como la gran meta de nuestros esfuerzos por transformar las realidades de muerte que nos rodean y redimir al mundo con la fuerza vital arrolladora del Resucitado. Una nueva realidad de justicia, paz y amor fraterno habrá de traer “la nueva Jerusalén que descendía del cielo enviada por Dios y engalanada como una novia”. Es la esperanza maravillosa que podemos enarbolar frente a los catastrofistas que nos amenazan con una destrucción inexorable del mundo, sobre la base de supuestas profecías que en nada se condicen con las promesas de la Nueva Alianza que Cristo ha sellado con su pasión y su triunfo sobre la muerte. “Esta es la morada de Dios con los hombres –señala un entusiasmado Juan-; acampará entre ellos. Serán su pueblo, y Dios estará con ellos. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado. El que estaba sentado sobre el trono dijo: Ahora hago el universo nuevo”.
Esto es lo que se describe en la segunda lectura, en unión estrecha con el evangelio. La Ciudad nueva, la nueva Jerusalén, la Iglesia, tierra nueva, morada de Dios con los hombres: tal es la visión de Juan. Todo es renovado: "Ahora hago el universo nuevo". Indudablemente, no se debe confundir la Iglesia con el reino definitivo. En la Iglesia actual, si es verdad que es morada de Dios con los hombres, sin embargo aún hay muertes, aún hay lágrimas en los ojos, aún hay llantos, alaridos, tristeza. No obstante, hacia aquella Jerusalén definitiva camina la Iglesia y se nos manda a nosotros caminar, confiados en que el éxito coronará los misterios de Cristo
Sagrado Corazón de Jesús. Gracias por concederme un dia más para amarte y servirte. Casimiro López