Alabado sea Jesucristo…
La Iglesia da mucha importancia al Nacimiento de san Juan Bautista. En la liturgia se celebra como solemnidad como las grandes fiestas. San Juan Bautista es al único santo a quien la Iglesia celebra el día del nacimiento, además del de Jesucristo y la Virgen María. A los demás santos normalmente se les celebra en el día de su muerte, que es el día de nacer para el cielo, o en otra circunstancia importante como el día en que han sido declarados santos.
Juan se fue al desierto para prepararse a la misión que Dios le había confiado de preparar los caminos para la venida del Salvador. A Juan le llamamos Bautista, porque bautizaba con agua a los que venían arrepentidos, pero sobre todo porque anunció otro bautismo en el Espíritu que haría el Mesías.
Todos debemos ser un poco como san Juan Bautista: anunciadores de la salvación de Dios y de su gran misericordia. Para ello escuchemos el gran mensaje del santo para preparar el camino del Señor en nuestro corazón. Se trata de convertirnos para disponernos mejor a escuchar y vivir las enseñanzas de Jesucristo.
San Juan fue fiel a su misión hasta dar su vida en su ministerio. Moriría cortada la cabeza, dando fin a su misión de ser testigo de la Verdad. Él nos enseña a ser fieles a nuestro deber de cada día; pero sobre todo a ser fieles a los compromisos adquiridos por nuestro bautismo. Jesús un día hizo el mayor elogio que puede hacerse por una persona. Dijo que “entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan Bautista”. Nosotros también seremos grandes ante Dios si somos responsables en nuestros actos y los hacemos por la gloria de Dios y el bien de los demás.
P. Silverio Velasco
Sagrado Corazón de Jesús. Gracias por concederme un día más para amarte y servirte. Casimiro López