Alabado sea Jesucristo…
Decía el gran científico Einstein: El problema de nuestro tiempo no es la bomba atómica sino el corazón del hombre. ¡Nuestro corazón! Un corazón capaz de tener compasión de las necesidades ajenas, un corazón capaz de imitar a Cristo, “el samaritano de toda la humanidad”.
Dejemos que “el cardiólogo” Jesús nos diga cómo anda nuestro corazón, nuestra capacidad de compadecernos y amar. Escuchemos allí, en el corazón, su mandato: “Vé y haz tú también algo por los necesitados”.
Sagrado Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para amarte y servirte. La mies es mucha, pero los obreros son pocos para recogerla. Palabra de Dios. Te alabamos Señor. Amén. Detente, el corazón de Jesús, estás conmigo. Casimiro López