Alabado sea Jesucristo…
Leemos en el portal de oración: Si estuviéramos solos frente al demonio, la lucha sería desigual, porque el diablo, por ser un ángel, es superior en naturaleza a los hombres. Entonces es que el Señor ha puesto a nuestro lado un Ángel Custodio, a quien nosotros tenemos que invocar frecuentemente, porque él puede actuar en tanto y en cuanto nosotros le invocamos.
Efectivamente nuestro Ángel de la Guarda está muy condicionado para actuar a que nosotros lo invoquemos, pues si no lo invocamos en nuestra ayuda, muy poco o nada puede hacer por nosotros.
Por eso tenemos que rezar todos los días, varias veces por día, una oración al Ángel de la Guarda… Si hacemos así, entonces nunca el demonio nos podrá hacer ningún verdadero mal, porque estaremos protegidos por nuestro Ángel Guardián.
En igual sentido, San Francisco de Sales decía: “Familiarízate con los ángeles y contémplalos con frecuencia en el espíritu; ya que, sin ser vistos, están presentes a tu lado”.
Hoy, en el día en que recordamos especialmente a los Ángeles Custodios, recordemos esa vieja oración que nuestra mamá nos enseñó hace ya muchos años: “Ángel de la Guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día”.
Sagrado Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un dia más para adorarte y servirte. La mies es mucha y pocos son los obreros para recogerla. Es La Palabra de Dios. Alabado sea Jesucristo. Amén. Yo siembro cada día Pequeñas Semillitas, con el deseo vehemente, de que se propague la Fé, en el Sagrado Corazón de Jesús. Así sea. Detente, el Sagrado Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López