Alabado sea Jesucristo…
Los sabios ponen mucho énfasis en la aceptación, casi como si fuera la primera cualidad del amor. Lo cierto es que sólo puedo ser feliz si me acepto y acepto a los otros tal como son, no como quiero que sean.
Ahora bien, esa aceptación nada tiene que ver con la resignación o con una actitud pasiva y amargada. La aceptación amorosa es alegre, dinámica y positiva, no me cruza de brazos y me impulsa a mejorar.
Aceptar con sabiduría es asumir la realidad como viene y mirar en qué se puede avanzar. Hay cosas que se pueden cambiar y otras que son inalterables y piden una actitud comprensiva.
Lo sensato es tratar a todos con una infinita compasión y no desgastarme queriendo cambiarlos. El amor logra más cambios que el juicio y mi mejor aporte al universo es mi propio cambio.