Se me ha pasado la noche esperándolo en vano. Tengo miedo, no vaya a venir, de pronto con la mañana a mi puerta, cuando yo me haya quedado dormido de cansancio. ¡ Amigos, dejadle franco el camino, no le prohibais pasar !
El mañanero mar del silencio se quebró en ondas de cantos de pájaros. La flores estaban contentas junto al camino. Un tesoro de oro se derramó por entre las rajadas nubes.Pero yo seguía aprisa mi camino sin hacer caso. No cantaba mi alegría, ni preguntaba, no me llagué a la aldea a comprar ni a vender nada, no hable ni sonreí, ni me paré a descansar, iba más de prisa cada vez, con las horas.
Llegó el sol al cenit y las tórtolas se arrullaban en la sombra, las hojas secas danzaron y volaron en el aire caliente del medio día: El pastorcillo se adormiló a la sombre del abedul. Y yo me eché, orilla del agua y estiré mi cuerpo rendido sobre la yerba.
¡ Sea tuyo todo el honor, escuadrón heróico del sendero interminable ! Tu amor sin reproche me tentaron a levantarme: pero yo no respondí, me dí por bien perdido en la sima de mi alegre humillación, a la sombra de una vaga felicidad.
La paz de la verde sombra, que el sol recamaba, se tendió lenta sobre mi corazón. Olvidé el porqué de mi viaje y perdí sin lucha, mi pensamiento en un laberinto de sombras y canciones.
Y cuando salí de mi sueño mis ojos abiertos te vieron ante mí, anegando mi sueño en tu sonrisa. ¿ Como había yo pensado que era largo y penoso el camino, que no era necesario luchar tanto para alcanzarte?. Atoría: R. Tagore. Pesentado por _Casimiro López Cano_