Alabado sea Jesucristo… ¡Virgen
Santísima, que agradaste al Señor y fuiste su Madre; inmaculada en el
cuerpo, en el alma, en la fe y en el amor! Por piedad, vuelve benigna
los ojos a los fieles que imploran tu poderoso patrocinio. La maligna
serpiente, contra quien fue lanzada la primera maldición, sigue
combatiendo con furor y tentando a los miserables hijos de Eva. ¡Ea,
bendita Madre, nuestra Reina y Abogada, que desde el primer instante de
tu concepción quebrantaste la cabeza del enemigo! Acoge las súplicas de
los que, unidos a ti en un solo corazón, te pedimos las presentes ante
el trono del Altísimo para que no caigamos nunca en las emboscadas que
se nos preparan; para que todos lleguemos al puerto de salvación, y,
entre tantos peligros, la Iglesia y la sociedad canten de nuevo el himno
del rescate, de la victoria y de la paz. Amén.
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más
para adorarte y servirte. Hagamos como decía San Agustín:
Señor a Ti solo busco, a Ti solo amo y tuyo quiero ser. Mi
único deseo es conocerte y amarte. (Sol 1,1,). La mies es
mucha y pocos son los obreros para recogerla. Es la
Palabra de Dios. Alabado sea Jesucristo. Amén. Yo siembro
cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de que
se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y
suplico a todos los creyentes y no creyenes, que pidan al
Señor Jesucristo en oración, que no haya más guerras ni
hambre en el Mundo y reine la Paz en todos los rincones del
Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado Corazón de Jesús está
conmigo. Casimiro López
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