Alabado sea
Jesucristo…
Cada día hay más personas que deciden pensar en la muerte
y mirarla cara a cara, venciendo miedos atávicos. Poco apoco vamos aprendiendo
de los orientales y nos acercamos a textos sabios como éste de Montaigne:
“Frecuentemos la muerte y acostumbrémonos a ella. No sabemos dónde nos espera.
Así pues, esperémosla en todas partes. Practicar la muerte es practicar la
libertad. Quien aprende a morir aprende a vivir y deja de ser esclavo”.
Vida y muerte son lo mismo y eso lo saben bien los
místicos y los sabios de todas las culturas. La muerte no es fin, es un paso
entre vidas: no es oscuridad, sino fundirse con Dios en su luz. La muerte no es
soledad, es reencuentro; no es un castigo, sino el retorno al espacio del amor
de dónde habíamos venido.
Por eso nadie está muerto, ya que sólo existe la vida. Al
nacer morimos y al morir volvemos a nacer. G. Gallo
¡Buenos días!
Saber agradecer
Ser agradecidos
es propio de corazones nobles. No es lo común. Cuando Jesús curó a diez
leprosos, sólo uno regresó a dar las gracias. El reconocimiento de los favores
recibidos hace quedar bien consigo mismo por haber hecho lo que es justo y
correcto. Desde luego, el que beneficia a alguien debe hacerlo por pura bondad.
Pero le es grato verse agradecido.
Hay que saber decir “gracias”. Nuestros días
están colmados de regalos que Dios nos envía. Si supiéramos verlos y llevar la
cuenta de todos, llegaríamos a la noche, deslumbrados y radiantes ante tantos
dones recibidos. Como niños en día de Reyes. Y miraríamos agradecidos a Dios. Y
fiados en que él nos lo da todo, seríamos felices al saber que todos los días
nos dará regalos nuevos y distintos. Todo es don de Dios. Aún las cosas más
pequeñas. Y don suyo es toda esta colección de regalos que es la vida. Vida que
será rosa o sombría, según utilicemos esos dones. Michel Quoist.
San Pablo
exhortaba a los cristianos de Colosas a “vivir dando gracias a Dios”.
Ejercítate y verás que te ayuda a vivir la relación con Dios de una forma
concreta y existencial, descubriendo con gozo los dones que te regala a cada
paso. Es una oración que ensancha el corazón y descansa la mente. Acostúmbrate
a practicarla.
Padre Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más
para adorarte y servirte. Hagamos como decía San
Agustín: Señor a Ti solo busco, a Ti solo amo y tuyo
quiero ser. Mi único deseo es conocerte y amarte. (Sol
1,1,). La mies es mucha y pocos son los obreros para
recogerla. Es la Palabra de Dios. Alabado sea Jesucristo.
Amén. Yo dibulgo cada día Pequeñas Semillitas, con el
vehemente deseo de que se propague la Fe, en el Sagrado
Corazón de Jesús y suplico a todos los creyentes y no
creyenes, que pidan al Señor Jesucristo en oración, que no
haya más guerras ni hambre en el Mundo, ni atentados terroristas ni políticos de guante blanco y reine la Paz así como el amor, en
todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado
Corazón de Jesús está conmigo. Casimiro López