Alabado sea
Jesucristo…
El centro de ese relato complejo, llamado
tradicionalmente “La transfiguración de Jesús”, lo ocupa una Voz que viene de
una extraña “nube luminosa”, símbolo que se emplea en la Biblia para hablar de
la presencia siempre misteriosa de Dios que se nos manifiesta y, al mismo
tiempo, se nos oculta.
La Voz dice estas palabras: “Este es mi Hijo, el amado, mi
predilecto. Escuchadlo”. En otros tiempos, Dios había revelado su
voluntad por medio de los “diez mandatos” de la Ley. Ahora la voluntad de Dios
se resume y concreta en un solo mandato: escuchad a Jesús. La escucha establece
la verdadera relación entre los seguidores y Jesús.
Muchas personas solo conocen a Jesús de oídas. Su nombre
les resulta, tal vez, familiar, pero lo que saben de él no va más allá de algunos
recuerdos e impresiones de la infancia. Incluso, aunque se llamen cristianos,
viven sin escuchar en su interior a Jesús. Y, sin esa experiencia, no es
posible conocer su paz inconfundible ni su fuerza para alentar y sostener
nuestra vida.
Cuando un creyente se detiene a escuchar en silencio a
Jesús, en el interior de su conciencia, escucha siempre algo como esto: “No
tengas miedo. Abandónate con toda sencillez en el misterio de Dios. Tu poca fe
basta. No te inquietes. Si me escuchas, descubrirás que el amor de Dios
consiste en estar siempre perdonándote. Y, si crees esto, tu vida cambiará.
Conocerás la paz del corazón”.
En el libro del Apocalipsis se puede leer así: “Mira,
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en
su casa”. Jesús llama a la puerta de cristianos y no cristianos. Le podemos
abrir la puerta o lo podemos rechazar. Pero no es lo mismo vivir con Jesús que
sin él. José Antonio Pagola
¡Buenos días!
Crecer en oración
La oración que
haces al comenzar la jornada y al terminarla, es la expresión de tu amor y
confianza en Dios. Entre estos dos momentos, si amas de verdad a Dios con toda
el alma y con todas las fuerzas, como dice la Palabra, de alguna manera el
recuerdo y la presencia del Señor te acompañarán en las variadas tareas de tu
jornada. Un mensaje de la Reina de la Paz:
“¡Queridos hijos! Hoy quiero hacerles esta
invitación: ¡oren, oren, oren!, en la oración, ustedes conocerán el gozo más
grande y encontrarán la solución a cualquier situación difícil. Gracias por los
progresos que hacen en la oración! Cada uno de ustedes es querido a mi corazón
y agradezco a todos aquellos que han incrementado la oración en sus familias.
Gracias por haber respondido a mi llamado!”
“La oración me
salvó la vida. Sin ella estaría loco hace ya mucho tiempo. Si conseguí salvarme
de la desesperación fue gracias a la oración” (M. Gandhi). “Sólo por la oración
podemos alcanzar la completa y armoniosa unificación del cuerpo, mente y
espíritu, que le da a la frágil constitución humana su fortaleza invencible” (A.
Carrel). Toma una buena decisión.
Padre Natalio