Alabado sea
Jesucristo…
Santa Faustina Kowalska decía: “El día que no recibo la comunión, la vida me asusta, tengo miedo de mí
misma. Jesús, oculto en la hostia, es todo para mí. Del sagrario tomo fuerza,
poder, valor, luz. Allí busco alivio en los momentos de angustia. Toda la
fuerza me viene del Santísimo Sacramento. Solamente en la eternidad podremos
conocer qué gran misterio cumple en nosotros la santa comunión. ¡Son los
momentos más preciosos de mi vida! Él es mi escudo; sin Ti, Jesús, no sé vivir”
Esto lo decía santa Faustina por propia experiencia. ¿No
podríamos hacer nosotros también la experiencia de ir a Jesús Eucaristía
siempre que tengamos algún problema que resolver o dolores que sanar? Jesús nos
espera como un amigo y nos ha prometido alivio y consuelo: Vengan a Mí los que están cansados y agobiados que yo los aliviaré
(Mt 11,28).
Hazlo en secreto
Todos corremos el
peligro de obrar para recibir la aprobación de los demás. Es como decirse a sí
mismo: “Verán lo que yo soy capaz de hacer”. Jesús nos precave de toda
ostentación y vanidad: “Cuando des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que
hace la derecha, así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo
secreto, te recompensará”.
Contaban de alguien del pueblo que ayunaba
muchísimo, tanto, que le llamaban "el ayunador". El abad Zenón oyó
hablar de él y lo mandó llamar. Acudió con alegría, rezaron juntos y se
sentaron. El anciano se puso a trabajar en silencio. Como no podía hablar con
él, el ayunador empezó a sentirse oprimido y le entró pereza. Dijo al anciano:
"Ora por mí, padre, quiero marcharme". Y el anciano le dijo:
"¿Por qué?". Respondió: "Porque mi corazón está como ardiendo y
no sé qué tiene. Cuando estaba en el pueblo, ayunaba hasta la noche y nunca me
había pasado esto". Le dijo el anciano: "En el pueblo te alimentabas
por las orejas. Vete, y de ahora en adelante come al mediodía, y lo que hagas,
hazlo en secreto".
Toda esta
figuración y ostentación desvirtúa la obra que se está haciendo. Jesús pone al
Padre como fundamento de esta nueva actitud: el Padre es el que nos ve, en lo
secreto, y él es el que nos recompensa con su amor cuando nosotros no vemos ni
la recompensa ni el aplauso humano. Jesús nos invita a vivir ante la mirada de
Dios que sondea el corazón.
Padre Natalio