Alabado sea
Jesucristo…
Tu capacidad de servir a los demás está en proporción
directa a la grandeza de tu corazón y a la nobleza de tus sentimientos; de
igual manera, a medida que te esfuerzas por compartir, dar, servir y ser
solidario, crece y se ennoblece tu ser interior, convirtiéndote en mejor
persona, más feliz y con mayores posibilidades de vivir una vida de mejor
calidad.
En lo que queda todavía del tiempo de Cuaresma, hagamos
el propósito de servir a todos con la misma generosidad y amor que nos enseñó
con su ejemplo el propio Jesús. Este es tiempo de meditar, de corregir errores,
de pedir perdón y perdonar, de acerarnos al prójimo con el corazón, viéndolo a
Él en cada persona que toca a nuestra puerta. ¿Abrimos…?
¡Buenos días!
El espejo que embellece
En el antiguo
templo de Apolo en la isla de Delos, había una inscripción que decía: “Conócete
a ti mismo”. Los filósofos griegos afirmaron que quien se conoce es un sabio
porque, al descubrir esa mezcla extraña de grandeza y miseria que hay en cada
uno, sabe ubicarse y relacionarse adecuadamente con todo su entorno.
El horrible ogro odiado por todos compró en
la tienda un gran espejo y lo fijó en una pared de su castillo. Podía verse en
él de cuerpo entero. El vendedor le había asegurado: “Este espejo lo
embellecerá, mi buen señor, se verá usted en él como siempre quiso verse”.
Pasaba horas el repulsivo señor frente al espejo, comprobando sus bondades.
Podía verse allí como siempre había soñado ser. Cambió el ogro su mirada sobre
sí mismo y consiguió que todos lo vieran distinto, aunque su cuerpo no se había
transformado. Ya no era tan horrible ni odiado por todos, porque había
aprendido a apreciarse y quererse frente al espejo.
La moraleja de
esta parábola es muy sabia: “Conócete a ti mismo con amor, para que los demás
comiencen a quererte”. El conocimiento de tus fortalezas y debilidades es
básico: con un ojo en tus virtudes para conservarlas y darles brillo, y con el
otro en tus debilidades para neutralizarlas, ponte a realizar el proyecto de
Dios sobre tu vida.
Padre Natalio