Alabado sea
Jesucristo…
Según una idea muy extendida en el pueblo judío, el
destino que espera al profeta es la incomprensión, el rechazo y, en muchos
casos, la muerte. Probablemente, Jesús contó desde muy pronto con la
posibilidad de un final violento.
Jesús no fue un suicida ni buscaba el martirio. Si acepta
la persecución y el martirio es por fidelidad a ese proyecto de Dios que no
quiere ver sufrir a sus hijos e hijas. Por eso, no corre hacia la muerte, pero
tampoco se echa atrás. No huye ante las amenazas, tampoco modifica ni suaviza
su mensaje.
Le habría sido fácil evitar la ejecución. Habría bastado
con callarse y no insistir en lo que podía irritar en el templo o en el palacio
del prefecto romano. No lo hizo. Siguió su camino. Prefirió ser ejecutado antes
que traicionar su conciencia y ser infiel al proyecto de Dios, su Padre.
Morirá fiel al Dios en el que ha confiado siempre.
Seguirá acogiendo a todos, incluso a pecadores e indeseables. Si terminan
rechazándolo, morirá como un “excluido” pero con su muerte confirmará lo que ha
sido su vida entera: confianza total en un Dios que no rechaza ni excluye a
nadie de su perdón.
Seguirá buscando el reino de Dios y su justicia,
identificándose con los más pobres y despreciados. En el suplicio de la cruz,
morirá como el más pobre y despreciado, pero con su muerte sellará para siempre
su fe en un Dios que quiere la salvación del ser humano de todo lo que lo
esclaviza.
En el amor de ese crucificado está Dios mismo
identificado con todos los que sufren, gritando contra todas las injusticias y
perdonando a los verdugos de todos los tiempos. En este Dios se puede creer o
no creer, pero no es posible burlarse de él. En él confiamos los cristianos.
Nada lo detendrá en su empeño de salvar a sus hijos.
José Antonio Pagola
¡Buenos días!
Lleno de entusiasmo
La oración que
hoy te ofrezco es muy buena para sanar tristezas, desganas, negatividades, que
te pueden envolver alguna vez. Es del libro del P. Fernández, “Un estímulo
todos los días”, libro que te aconsejo y que persigue la misma finalidad de los
“Buenos días” de nuestro sitio web: regalar propuestas cotidianas para vivir
mejor.
Señor, yo no quiero desperdiciar tus dones,
no quiero desaprovechar los impulsos de tu gracia. Tengo a mi disposición la
vida nueva de la Resurrección y el poder del Espíritu. No quiero desgastarme en
lamentos inútiles. Tú me sostienes, tú me das vida, con tu bendición yo puedo
correr sin fatigarme. Contigo no debo temer que mis energías se desgasten,
porque eres inagotable. Lo que me desgasta es mi desconfianza, mi tristeza, mis
miedos. Renuncio a toda esa negatividad, Señor, para que despliegues en mi
existencia toda tu gloria. Rodéame, penétrame, Señor, lléname de tu entusiasmo
infinito y de tu potencia de vida. Amén.
En esta oración
hay resonancias del profeta Isaías muy hermosas: “Confiaré y no temeré, porque
mi fuerza y mi poder es el Señor, él es mi salvación” (12, 2) y “Los que
confían en el Señor renovarán sus fuerzas, desplegarán alas como las águilas;
correrán y no se agotarán, avanzarán y no se fatigarán”. (40, 31). El Señor
renueve tu entusiasmo.
Padre Natalio