Alabado sea Jesucristo…
Aférrate a tus sueños y no los abandones jamás. ¡Muestra al mundo lo maravilloso que puedes ser!
Confía en tus posibilidades de la vida y no te apresures a juzgar a los demás. Confía en la estrella que brilla en tu cielo. Encara tus problemas uno por uno para vencerlos. Confía en toda tu fuerza interior.
Muestra al mundo la luz secreta de tu alma. No huyas de aquellos que traen amor a tu vida. Mira lo bueno en la vida y no sucumbas a las adversidades. Muéstrate tal como eres, pues tienes cualidades especiales que te han sostenido hasta ahora y que siempre te sostendrán. No pierdas el valor.
¡Llena tu corazón de felicidad y espárcela en todo lo que hagas!
Douglas Pagels
¡Buenos días!
La chicharra y la rana
La
incomprensión entre las personas es una realidad cotidiana. Entre los
mismos miembros de la familia, en las asociaciones apostólicas y grupos
humanos sucede lo que la Reina de la Paz señaló en un mensaje: “Hijitos,
oren y no permitan que Satanás actúe en sus vidas con malentendidos,
incomprensiones y faltas de aceptación entre unos y otros”.
Entre
las tupidas hojas de un árbol la chicharra cantaba estridentemente. De
repente se calló, dejando sordos a todos su mismo silencio; y la rana
aprovechó la ocasión para contestarle con su potente croar. Oyendo esto,
la chicharra volvió a chirriar. La rana, ella, siguió, como si tal
cosa, y durante horas, ambas cantaron así juntas, sin hacerse caso una a
otra. Hasta que, cansadas de tanto gritar, se callaron, exclamando
ambas a la vez, en son de crítica: «¡Qué lata tiene!». (Daireaux).
San
Pablo a los colosenses los pone en guardia contra las rivalidades,
envidias y discordias, obras propias del hombre carnal y terreno. Desea,
por el contrario, verlos llenos de los frutos del Espíritu, a saber:
amabilidad, bondad, confianza mutua, alegría, amor y paz. Por lo tanto,
vigila y ora al Espíritu Santo para que encienda en tu corazón el fuego
de su amor.
Padre Natalio