Siento que cada día mis ausencias son mayores, Que ya no estoy, que me he ido. Que más y más me alejo de mi nido de amor, de mi hogar, para volar entre todas las gaviotas y sentirme feliz entre los brazos caprichosos y poderosos del viento ¡ Ah, volar, placer de dioses. Anhelo infinito!.
A veces mis alas rozan las aguas y vuelvo a alzar el vuelo… así una y otra vez. Incansablemente subo y bajo, hago caprichosas piruetas, Abriéndome a los sueños, a todas las sensaciones y deseos, a esos anhelos de volar…preñados de giros y giros incansables por el espacio infinito…
Pero “él” me despierta y me regresa al lecho conyugal. Él es mi esposo, el amado de mi corazón terrenal, ¿Sueño o realidad, aún no he alcanzado a distinguir si lo mío es el anhelo de dos sueños o el sueño de dos inmensos deseos…
Cuando sobrevuelo la inmensa vastedad del mar y me empapo de su belleza infinita soy una más de la legión de gaviotas que va sumida en el soplo caprichoso, de todos los vientos: el vuelo del gozo, el vuelo del más inmenso placer, el vuelo de los ensueños, la magia y el poder, el vuelo y magia de una danza acrobática sin fin…
Pero, al despertar, “él” me retiene entre sus brazos y me dice ¿ dónde estabas?, mientras me besa y anhela, como yo a él, pero nada sabe de mis vuelos, ya que no es dado a volar, por ello cuando lo creo dormido alzo el vuelo...
Sé que jamás podré renunciar a esos vuelos pero también sé lo mucho que lo amo, por ello a veces me siento: ¡Atrapada entre dos Mundos.!
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(c) Ann Louise |