Encélado
es una luna de Saturno con una particularidad: en la zona del polo Sur,
se producen géiseres, chorros de hielo y vapor de agua que emergen por
las fracturas de la superficie que se han venido a llamar las rayas de
tigre. Se sospechaba que habría un depósito de agua en el subsuelo que
alimentaba esas emisiones, y ahora unos científicos consideran que lo
han identificado, aunque no pueden asegurar que sea el origen de los
géiseres. Sus cálculos indican que en el hemisferio Sur de Encélado, a
unos 40 kilómetros de profundidad, hay un océano de agua líquida que
explica las anomalías de campo gravitatorio que han medido cuando la
nave espacial Cassini ha sobrevolado ese satélite del planeta de los
anillos. Encélado se une así a las también lunas Titán (de Saturno) y
Europa (de Júpiter) como objetos de especial interés científico en el
Sistema Solar al albergar, posiblemente, océanos de agua líquida bajo
la superficie. Además, al estar en contacto el agua con la roca en el
subsuelo de Encélado, los científicos especulan acerca de la
posibilidad de que haya allí una química compleja e incluso prebiótica.
Con solo
252 kilómetros de radio, Encélado es una luna pequeña, pero, junto con
Titán, ha sido la más observada por la sonda Cassini desde que, hace una
década, llegó al sistema de Saturno para estudiarlo de cerca. Es una
misión científica de la NASA, la Agencia Europea del Espacio (ESA) y la Agencia Espacial Italiana (ASI).
En la zona Sur del pequeño satélite natural, con una temperatura de
unos 180 grados centígrados bajo cero, se aprecia una depresión
superficial. Por las grietas, las rayas de tigre, salen esos chorros de
agua rica en sales (sodio y potasio) debido a las fuerzas de marea
generadas por la atracción gravitatoria de Saturno. Pero la extensión y
la geometría del hipotético depósito que alimentase esos chorros se
desconocía hasta ahora, explican Luciano Less, investigador de la Universidad La Sapienza de Roma, junto con colegas italianos y estadounidenses, en la revista Science.
Ellos localizan la gran masa de agua a profundidades entre 30 a 40
kilómetros bajo la superficie, con una profundidad estimada de ocho
kilómetros y extendiéndose desde el polo Sur hasta unos 50 grados de
latitud Sur. “Es una posible fuente del agua que la Cassini ha visto
saliendo en los géiseres de esa región”, dice David Stevenson,
investigador de Caltech (EE UU) y uno de los autores de la investigación.
Less y sus
colegas han encontrado las pistas sobre ese océano estudiando las
variaciones de su campo gravitatorio. Lo han hecho analizando las
radioseñales enviadas por la nave a las antenas en la Tierra de la Red
de Espacio Profundo (DSN), de la NASA, especialmente al pasar la
Cassini cerca de Encélado, a menos de 100 kilómetros de su superficie.
En tres sobrevuelos (entre abril de 2010 y mayo de 2012) midieron con
extremada precisión las ligerísimas variaciones en la trayectoria de la
nave debidas a la influencia gravitatoria de la pequeña luna sobre
ella. De esos datos han deducido su distribución de masa, concluyendo
que debe haber un material denso bajo la superficie y los datos cuadran
con el agua líquida, un 7% más densa que el hielo, explican los
expertos de la Universidad de La Sapienza. Comparando los datos de
gravimetría con la topografía de aquella luna, los investigadores
calculan el tamaño probable del depósito de agua. “Es la única manera
de conocer la estructura interna mediante detección remota; para
obtener medidas más precisas habría que colocar sismómetros en la
superficie de Encelado, algo que, desde luego, no se podrá hacer
pronto”, comenta Stevenson.
Los
investigadores apuntan que el fondo del océano del subsuelo de Encélado
no es hielo sino roca, y la presencia de silicatos lo convertiría en
un entorno adecuado para reacciones químicas complejas incluidas
algunas que, con la ayuda de una fuente de energía, podrían crear
condiciones prebióticas. “Encélado muestra algunas similitudes con
Europa —la luna, mucho más grande, de Júpiter— que tiene un océano que
está en contacto con la roca subyacente, y en este sentido los dos
cuerpos adquieren particular interés para comprender la presencia y la
naturaleza de entornos habitables en nuestro Sistema Solar”, dice
Stevenson. Los investigadores de La Sapienza recuerdan que los
instrumentos de la nave Cassini han revelado la presencia de compuestos
orgánicos tanto en los granos de polvo que sale en los chorros y en
las rayas de tigre del Sur de Encélado.
Nota:
se inserta este escrito-estudio, con el sólo y único fin de creer en
conocimientos de los descubimienos de océanos de agua en el interior de
lunas de los planetas Saturno y Júpiter de nuestro Sistema Solar.
Casimiro López