Alabado sea
Jesucristo…
La vida nunca nos deja de sorprender… y los niños son muy
especiales para que ello suceda. Veamos este ejemplo:
Al autor y orador Leo Buscaglia, se le solicitó que fuera
parte del jurado de un concurso. El propósito del concurso era encontrar al
niño más cariñoso.
El ganador fue un niño de 4 años, cuyo vecino era a un
anciano a quien recientemente se le había muerto la esposa. El niño al ver al hombre sentado en una banca
del patio y llorando, se metió al patio del anciano, su subió en su regazo y se
sentó.
Cuando su mamá le preguntó que le había dicho al vecino,
el pequeño niño le contestó: "Nada,
sólo le ayudé a llorar".
¡Buenos días!
El caracol viejo
En tu vida se van
dando posibilidades de cambiar para bien. Conviene que te detengas, evalúes con
serenidad las ventajas, y tomes decisiones sabias y prudentes, porque ésa es la
forma normal de progresar. No caigas en el error de desechar todo cambio por
principio; ni tampoco en el otro extremo, de creer que toda novedad es mejor.
Una fábula para ilustrar el tema.
Un caracol viejo arrastrábase con dificultad.
Estirando los cuernos para buscar su camino, hacía con el pescuezo grandes
esfuerzos para llegar hasta una hoja de parra donde pensaba almorzar. Más que
todo, parecía causarle gran dolencia una abolladura, cicatrizada pero ancha y
profunda, que tenía en la cáscara. Unos caracolitos que lo estaban mirando, le
dijeron:
—Pero, padre caracol, ¿por qué no cambia
usted su cáscara por una nueva? Le debe hacer sufrir mucho esa abolladura que
tiene.
—Hijitos –les contestó–, esta abolladura es
dolorosa, pero cambiar la cáscara sería peor, y creo que me resultaría fatal.
(G. Daireaux).
El buen marino de
un barco de velas, está siempre atento y obra con habilidad cuando percibe que
se levanta una brisa, aunque muy suave. Tú también permanece alerta y cuando
surja en tu interior un impulso a cambiar para bien, despliega al punto tus
velas y obra decididamente. Como decía san Agustín: “La gracia pasa y no
vuelve”.Padre Natalio