Alabado sea
Jesucristo…
El día 29 de junio, solemnidad de San Pedro y San Pablo,
celebramos el Día del Papa y estamos invitados, de manera especial, a meditar
en el ministerio del Sucesor de Pedro, el Papa, a orar por él y a contribuir
con nuestras limosnas y donativos a su misión evangelizadora y de caridad.
El Romano Pontífice, como Sucesor de Pedro, es el
principio y fundamento perpetuo y visible de unidad así de los obispos como de
la multitud de los fieles. Es Pastor de toda la Iglesia y tiene potestad plena,
suprema y universal. Es el Vicario de Cristo.
Ya en la primera hora de la Iglesia, cuando Pedro estaba
en la cárcel, toda la comunidad oraba insistentemente a Dios por él (cfr. Hc
12, 59). Hoy toda la Iglesia tiene el deber de orar por el Papa. Cuando oramos
por el Sucesor de Pedro, que “preside la caridad de todas las Iglesias”, como
afirmó San Ignacio de Antioquia, pedimos que la Iglesia se mantenga fiel a su
magisterio, para que, como los primeros cristianos, vivamos como hermanos
arraigados firmemente en el amor y en la caridad. (Aciprensa)
¡Buenos días!
Paz en la familia
Hoy te cuento una
anécdota de santa Mónica, cuyo hijo Agustín fue un adolescente terrible, y cuyo
esposo era muy irascible. Esta buena mamá irradiaba paz y dulzura. Había
comprendido que la paz es un don de Dios tan valioso, que vale la pena hacer
cualquier sacrificio para no perderla por ningún motivo. El precio era una
imperturbable paciencia.
En aquella región del norte de África, donde
las gentes eran sumamente agresivas, las
amas de casa le preguntaban a Mónica por qué su esposo, que era uno de los
hombres de peor genio en toda la ciudad, no la maltrataba nunca a ella, y, en
cambio, los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió:
—Es muy sencillo, cuando mi esposo está de malhumor, yo me esfuerzo por estar
serena y tranquila. Cuando él grita, yo me callo. Y como para pelear se
necesitan dos, y yo no acepto la pelea, pues…no nos peleamos.
La paciencia es
una madurez. Presupone virtudes tan sólidas como la humildad y la fe en Dios.
Conseguirás la paciencia meditando en Jesús bondadoso, sufrido, servicial, y
suplicándole vuelva tu corazón a semejanza del suyo, manso y humilde. Que el
Señor te ayude a dar pasos para crecer en esta virtud tan necesaria.Padre Natalio