Alabado sea
Jesucristo…
Hoy, celebración de San Joaquín y Santa Ana, abuelos de
Jesús, se celebra a todos los abuelos. Y una lectora de “Pequeñas
Semillitas” llamada María Luisa, me ha enviado desde España esta Oración de los Abuelos:
“Gracias por habernos concedido la bendición bíblica y
poder conocer a los hijos de nuestros hijos. Por revivir de nuevo la alegría de
cuidarles, por disfrutar de su cariño, de su inocencia.
Gracias por verles crecer sanos y fuertes. Ayuda a sus
padres para que no caigan en el desánimo, para que cada día se levanten
renovados, con fuerzas para afrontar el reto de la vida,
Señor guíales mientras sean niños para que de mayores
alcancen el camino que conduce a Ti, y cuando sean hombres y mujeres sepan que
eres el Camino, la Verdad y la Vida y sigan sembrando en sus hijos el bien, como lo hicieron sus padres y sus
abuelos con ellos.
A nosotros los abuelos, enséñanos a asumir nuestro papel. Danos tu luz y tu apoyo para que se lo transmitamos
a nuestros nietos. Danos la fuerza y la salud necesaria para ayudarles siempre
que nos necesiten, y cuando Tú nos llames,
dejemos nuestro grato recuerdo. Amén”.
¡Buenos días!
La unión genera fuerza
Santo Tomás de
Aquino enseña que mientras más unido es algo, más poderoso es. Un grupo de
personas que tiran en distintas direcciones no logran nada y sufren
inútilmente; pero puestos de acuerdo y tirando hacia un mismo objetivo, logran
maravillas. Los arroyos separados tienen poca fuerza; pero unidos en un río,
pueden cambiarlo todo a su paso.
Un labrador anciano tenía varios hijos
jóvenes que se llevaban mal entre sí, peleaban constantemente. Un día los
congregó a todos y mandó traer unas cuántas varas, las colocó todas juntas e
hizo un haz con ellas, les preguntó cuál de ellos se atrevía a romperlo. Uno
tras otro todos se esforzaron para lograrlo, pero ninguno pudo conseguirlo.
Entonces el padre desató el haz y tomando las varas una a una les mostró cuán
fácilmente se partían, y enseguida les dijo:
—De esta manera, hijos míos, si ustedes están
todos unidos nadie podrá vencerlos; pero si están enemistados el primero que
quiera hacerles mal los perderá.
El amor que pide
Jesús debe llevarnos a evitar en la convivencia cotidiana las faltas de
aceptación y las incomprensiones. El Señor nos quiere ver fraternos y
pacíficos. No es fácil, pero lo puedes, si cada día lo pides: “Señor, ayúdame a
ser hoy comprensivo, compasivo y paciente con todos”. Que pases un día feliz de
buena convivencia.
Enviado por el P. Natalio