Así soy yo, cuando mis huellas se entierran sobre su piel,
sublimándola, reptándola con un acoso de inteligencia compartida.
Así nos creemos el uno contra el otro, lamiendo de los rincones,
de los labios un hambre que no se acaba.
Hecha de las viseras que apetecen,
regurgitando sabia de nuestras pieles
y aprisionando los contornos de la carne.
Así somos cuando inventamos,
los vaivenes de dunas calenturientas,
donde sepultamos los apetitos.
Así es ella, insurrecta y bravía,
asaltando a los espacio y yo...y yo...
invadiendo la geografía de latitudes marginadas.
Hacemos una epopeya
en los perímetros restringidos y tales violencias desatinadas,
son brutales y exquisitas.
Allí en los fundamentos le humedezco
las entrañas de imposiciones, de besos
confundidos y tácticas simuladas.
Ella es así...volcánica y cinética, enclaustrada
sobre mi abdomen para exhumar imprecaciones casi desfallecidas.
Así soy yo, de instintos desmesurados, baquiano de los caminos
y auditor de su colegio ya desandado.
Así somos al anunciar la alborada,
renglón de una sola palabra entre los dientes,
mordida y entre los labios enlazada.
Así nos quedamos, ella abrazada de sus calores,
perdida en el espacio de mi entrecejo.
Y yo, allí en su vientre deshilvanando su próxima gestación,
dormidos ambos en un horizonte de sabana blancas y almohadas,
que nos guardan la desnudez.
¡Así somos, ella y yo!
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