Alabado sea
Jesucristo…
En la sociedad en la que vivimos es cada vez más común
sentirse triste, desilusionado, cansado. Sentimos que hemos de cambiar algo
para poder seguir adelante. Quizás, sea necesario ese cambio, y, quizás, el más
importante sea empezar a creer en nosotros mismos. Si lo logramos, es posible
que recuperemos la alegría de vivir, de soñar, de amar, de ser feliz.
Estaría bien que cada noche antes de dormir, con la
cabeza sobre la almohada, cerremos los ojos y nos demos unos minutos para
pensar: "Abrázate a ti mismo como eres. Tú debes ser lo que eres. Lo que
deberías ser no es importante. Quien quiera que seas, tú eres único."
¿Cuántas veces te preocupaste el día de hoy? ¿Cuánta
tensión acumulaste y cuántas emociones viviste?
¿Miedos? Tu actitud estuvo incierta y hasta pensaste en que te hacía
falta más... ¿más fuerzas? ¿más confianza? ¿más soluciones? ¿más cosas? Detente
un momento y cálmate. Serena tu mente. Detén los pensamientos. Ellos no son tú.
Pon atención a tu alrededor y observa algo que te llame la atención. Si tienes
una flor ve y mírala. Si tienes una mascota ve y abrázala. Al distraer tus
pensamientos y colocar tu atención en otro lugar habrás calmado tu mente. Al
abrazar habrás relajado tensiones. ¿Hiciste la prueba de abrazarte? Hazlo. Cada
momento que vives es precioso. Así que antes de comenzar a pre-ocuparte,
reflexiona y ocúpate. Hay un momento dulce y bello esperándote un poco más allá
del puente. Avanza... Tú puedes, y recuerda: "Solo hay tiempo para
amar...."
¡Buenos días!
El papel arrugado
Respetar y
comprender son actitudes que están en la base de la convivencia humana. La
regla de oro de todas las grandes religiones es: “No hagas a otro lo que no te
gusta que te hagan a ti” (Tob. 4, 15).
Sin comprensión y respeto se viene abajo el amor a los hermanos.
Cuando era niño tenía rabietas a la menor
provocación, y la mayoría de las veces después de estos arrebatos, me sentía
avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado. Un día mi
maestro, que me vio pidiendo excusas después de una explosión de ira, me llevó
al aula y me entregó una hoja de papel lisa y me dijo: —¡Estrújala! Asombrado
obedecí e hice con él una bolita. —Ahora —volvió a decirme— déjalo como estaba
antes. Por más que traté de dejarlo bien liso, el papel quedó lleno de pliegues
y arrugas. —El corazón de las personas —me dijo— es como ese papel... La
impresión que en ellos dejas, será tan difícil de borrar como esas arrugas y
esos pliegues. Así aprendí a ser más comprensivo y paciente.
La incomprensión
entre las personas es una deficiencia común. Entre los mismos miembros de la
familia, en las asociaciones religiosas y grupos humanos sucede lo que la Reina
de la Paz señaló en un mensaje: “Hijitos, oren y no permitan que Satanás actúe
en sus vidas con malentendidos, incomprensiones y faltas de aceptación entre
unos y otros”.
Enviado por el P. Natalio
Sagrado
Corazón de Jesús. Mil gracias por concederme un día más para adorarte y
servirte. Hagamos como decía San Agustín: Señor a tí sólo busco, a tí
sólo amo y tuyo quiero ser. Mi único deseo es conocerte y amarte. (Sol
1,1). La mies es mucha y pocos son los obreros para recogerla. El Señor
dijo: Vengan a mí los que están cansados y agobiados, que yo los
consolaré (Mt 11.28). Es la palabra de Dios. Alabado sea Jesuscristo.
Amén. Yo dibulgo cada día Pequeñas Semillitas, con el vehemente deseo de
que se propague la Fe, en el Sagrado Corazón de Jesús y suplico a todos
los creyentes y no creyentes , que pidan al Señor Jesuscristo en
oración, que no haya más guerras ni hambre en el mundo, ni atentados
terroristas, ni políticos de guante blanco y reine la Paz, así cómo el
amor, en todos los rincones del Orbe. Así sea. Detente, el Sagrado
Corazón de Jesús, está conmigo. Casimiro López