Surgió, luminosa,
de la bruma profunda de un sueño,
y se tornó en carne y sangre.
Pensé que el sueño continuaba,
pero, en la semioscuridad
me pidió en silencio que la besara.
Y al tocar sus labios
cálidos y anhelantes,
el entorno se volvió irreal
y en fuego mi sangre.
Tímida, como la primera flor de primavera,
amorosa y tierna como una golondrina,
me recibió en sus brazos
y sentí su piel tibia y suave.
Lentamente,
ascendí por las colinas suaves
de sus formas ideales,
y su timidez inicial
se tornó en la sensual agresividad
de una pantera.
Así, agresiva y tierna,
tímida y sensual, se unió a mí,
y nos perdimos uno en el otro.
Al despertar, ella se había ido,
dejándome tan sólo
el recuerdo de sus labios
y el olor de su piel, pero...
¿Fue realmente un sueño?