… viene hacia mí. A pesar de que no hay casi luz, se ve preciosa Casi me atrevería a decir que es una Diosa. Espectacular. Su figura me atonta, pero lo mejor está por llegar. Clava sus ojos en mi mirada. Abre despacito sus labios como queriendo decir nada, pero sólo me mira. Incluso su boca me mira. Sus pechos se ven deliciosos. Jamás nadie sería capaz de pintarlos tan perfectos. Su aroma se acerca. Lo noto. Su piel es ella. Huele a ella. Sus poros se elevan cortados por la brisa. Buscan rápido abrigo en los míos, que los esperan ansiosos. Están locos de contentos. Así lo indica mi cuerpo que de pronto se ha revolucionado. Mi sangre no corre, vuela. Mi calor interno sale a flote para toparse de lleno con ella. Descansa sus pechos en mí.
Se hace el silencio. Nada existe. Nadie importa. Mis brazos la hacen presa, no quieren que se vaya. Nunca. Que se quede, por favor que se quede, así durante toda la vida. La vida ha durado solo un instante, apenas unos minutos. Merece la pena haber nacido, solo por haber sido testigo del hecho y haberlo disfrutado en primera persona. El calor quedará grabado como a fuego en mi memoria. Cuando pase el tiempo, rebuscaremos en ella, para que nos recuerde este mágico momento, entonces todo mi cuerpo reaccionará recordando y se dibujará una sonrisa en mi alma, que andará por el cielo, buscando su sonrisa para volver abrazarse de nuevo…