Hay días inolvidables que nos marcaron la vida, nos ilusionaron, nos vivificaron... nos hicieron más auténticos y nos señalaron el camino hacia un horizonte espléndido, pero incierto.
Hay, también, días que nos hunden en la desesperanza y la decepción.
Hay días cuyo recuerdo nos duele y nos avergüenza, de manera que queremos ahogarlo en un océano de negación.
Hay días malditos, que deseamos borrar de nuestro recuerdo en un imposible intento, desesperado, de hacer desaparecer experiencias de pesadilla.
Pero también hay dias, que al fiel de la balanza inclina hacia la ilusión y la esperanza. Hay días que aún no se han vivido y pueden ser preludio de otro amanecer mágico y dichoso.
Hay, en fin, días buenos y días malos; pero de ninguno de ellos debemos abominar, pues son la suma que configura nuestra historia personal.
Deseo a tod@s, sin excepción, una vida futura con sus luces y sombras; pero en la que hayan más días dichosos que tristes, ningún día de odio o desamor; que seamos más tolerantes, más justos y que nunca seamos víctimas ni verdugos.