EXHAUSTOS DE AMOR
Primero fueron dedos, enredados, surcados,
que tomaban el pulso a un deseo innombrable,
un tímido latido arropado en silencio.
Luego fueron las manos, cálidas como arena,
tanteando calladas, como ajenas a todo,
vaguadas y colinas en misión de rescate,
y después la tibia humedad de las bocas,
sondeando asombradas lo sabido de siempre.
Mas tarde fue el silencio, los cuerpos abrazados,
la ventana entornada atrapando a la luna,
los embates profundos del mar embravecido.
Y al fin la calma inmensa,
un susurro de sueño cubierto bajo sábanas,
descanso de cuerpos exhaustos de amor
y la noche pasando y ocultándolo todo.
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