Allí donde yo trabajo
hay unas niñas hermosas.
que digo hermosas ¡macizas!
y han puesto un guarda muy majo,
para guardar esas rosas.
Guarda muy serio es,
fino como un silbido,
y quizá algo atrevido
en mirar a la mujer.
Ellas que cuenta se dieron,
se muestran muy melosas,
pícaras y peligrosas
ante tal majadero.
Y bromitas empiezan a dar
a ese muchacho gallardo,
que como buen bizarro
ya se empieza a calentar.
Una le empieza a hablar
con boquita de piñón,
otra le pretende enseñar
el dolor de su riñón.
Aquella más atrevida
con el escote entreabierto
le enseña dos monumentos
hermosos como la vida.
Y todas en definitiva,
mueven sin disimulo
sus prietos y hermosos culos
de una forma muy lasciva.
El pobre muchacho
no sabe dónde mirar,
pues esta hecho pedazos
de tanta belleza observar.
Mas prohibido tiene tocar
del jardín tan lindas flores,
y él no puede aguantar
de su cuerpo los picores.
Así que una macoca
se hace allá entre bastidores,
y de su picha valiente
salen borbotones de semen caliente
y riega a todas las flores.
Ellas están como locas
al probar tan rico licor,
pues dicen le dan picor
y desean tenerlo en la boca.
El muchacho muy obediente
pone a su disposición
el aparato caliente,
y a todas da ocasión
para que chupen el mondadientes.
Ya no es guarda
de tan lindas flores,
pues dando tantos placeres,
son ellas las que guardan
el aparato de sus amores.
Pues con semejante picha,
por fuerza han de defender
lo que les da tanta dicha,
a más de una mujer.
Él les dice con orgullo,
no llamarle majadero
al que la tiene como madero,
y seguid chupando capullo.
Y os quiero una cosa decir
ya que soy vuestro escudo,
esta cosa está de moda,
¿A quien se la clavo en el culo?
Y a una dijeron todas, ¡A mí!
Y es que allí donde trabajo,
hay unas niñas macizas
que necesitan palizas
con unos buenos carajos.
D/A