Noche d Fiebre
Cuatro cipreses viriles
dan lanzadas en el aire
y penetran los recuerdos
más oscuros de la tarde.
Estás soñando desnuda,
y florecidos tus pechos,
que te lleno con la lluvia
sofocante de mis besos.
Cuatro cipreses viriles
buscando están mi garganta.
En mi cielo no hay estrellas,
solo cipreses y sábanas.
He de prestarte mi mano
e imaginar que mis dedos
encuentran entre tus muslos
un manantial de jadeos.
Cuatro cipreses viriles
están creciendo en mi cama.
No hay quien apague este fuego
que me quema las entrañas.
¡Qué cruel es la soledad
de la carne atormentada!