En cada madrugada siento la humedad
del vacío que tu ausencia marca,
pues antes de que el sol nazca tú ya te has ido.
La luz escasa que mi desnudez viste
arranca de mi piel el sabor de tus besos,
en mis hombros, en mis corvas, en mi ombligo.
El día que se avecina se llevara consigo
las huellas de tus manos de entre mis glúteos, mis senos y mi monte de Venus.
La noche fue larga y la cabalgamos como ninguna. Fui tuya y fuiste mío. Te di mis orgasmos y me bebí los tuyos.
La noche fue larga y nos ha dejado rendidos, llenos de besos, cubiertos de mordiscos, tapados con las caricias que una a una vivimos.
Se acerca el día y te has ido.
Ojalá no hayas sido un sueño pues viviría eternamente dormida.
Con los ojos cerrados, debajo de tu cuerpo;
con el alma abierta, tan abierta como mis piernas, gozando tus embestidas,
tus chupetones y tus mordidas.
Ojalá el día pronto acabe.
Ojalá pronto llegue la noche y vuelva
a estar contigo, entre tus sabanas blancas,
entre tus fundas de lino,
entre lo oscuro de tu alcoba
y tu cuerpo unido al mío.
Por hoy se nos acaba la noche
y ese líquido espeso,
que simboliza tu amor,
guardaré en mis entrañas
para mantener viva la llama
de esa cabalgata de luna,
de esas corridas desbocadas
de esos intensos orgasmos
que plantaron tu semilla
en lo profundo de nuestro amor.
Alabada sea la luna.
Alabada la noche.
Bendita la oscuridad que nos permite entregarnos... y desnudarnos...
y cubrirnos del morbo
que te endurece y me moja
Bendito el momento que me haces tuya
y me penetras y me haces el amor.
D/A