Lees mi relato,
imaginándome contigo,
sintiendo que tus labios,
besan mi piel suave.
Y cuando lo acabas,
despiertas de ese sueño,
y maldices la distancia
que nos separa.
Leo tu comentario:
"Maldito océano Atlántico",
parece que oigo el grito
que susurras en mi oído,
y yo también lo maldigo.
Un deseo que renace,
un sueño que estalla,
en esta larga distancia.
Cierro los ojos,
y trato de imaginar.
Siento mi cuerpo subir,
elevarse hacía el cielo
y salir volando
por encima de ese océano
que nos aleja.
Siento el viento en mi cara,
respiro la brisa del mar,
atravieso la nubes volando
hasta que el olor de tu tierra me llega.
Desciendo a tu lado,
que paseando por la playa me esperas,
toco tu hombro desnudo,
te giras hacía mí,
me miras a los ojos
y un abrazo estalla entre nosotros.
El mar, al fondo, nos saluda.
Mis labios besan tus labios,
y el azul del cielo nos envuelve.
Despacio, en el suelo, me tiendes,
mientras tus manos sinuosas,
recorren cada rincón de mi piel.
Tus besos poco a poco;
cruzan la frontera del deseo,
dibujan el placer en mi cuerpo,
se pierden en mis senos,
se hunden en mi sexo,
y yo me estremezco.
Mis manos inquietas,
descubren los límites de tu piel,
navegan despacio
por cada poro,
dejando la huella de mis dedos
sobre tu talle.
Mi labios buscan tus labios,
mi lengua alcanza tu lengua,
juguetean juntas
en un baile apasionante,
desnudando nuestras bocas.
Tu sexo erguido me anhela,
mi sexo húmedo te espera,
el miembro apunta al objetivo,
la cueva se abre sedienta,
y el fuego estalla entre nosotros.
Despacio me posees,
y tranquila te recibo.
Nuestros cuerpos se sienten
en la orilla de la playa.
El uno en el otro,
tu dentro de mí,
y yo dentro de ti.
Nuestros cuerpos se siente,
dibujan corazones en el cielo,
pasiones encontradas en el mar
que nos separa,
instantes efímeros
en el sueño que imagino,
tu beso en mi boca,
y su sonido en tu oído.
Nuestros cuerpos se sientes,
y mil cohetes estallan,
desde nuestros sexos
hasta nuestras mentes.
Desde tu cuerpo al mío,
desde tu erguido mástil,
hasta mi húmeda cueva,
estalla la pasión,
el deseo incontenible,
y la distancia que nos separa
tras el maldito océano,
se hace ahora más pequeña
que nunca.
Luego, mi cuerpo te abandona,
vuelo de nuevo,
deshaciendo el camino que he hecho,
tus manos se vacían de mi piel,
mis manos se alejan de tu abrazo,
regreso a mi tierra,
y cuando desciendo,
vuelvo a oír tu grito en el viento,
desde el otro lado del Atlántico.
"Maldito océano Atlántico"
"Maldito sea", reafirmo
cuando despierto del sueño
que me llevó hasta ti
y me hizo soñar
que tu cuerpo estaba en mí.
Adi Navarro