Mi luna tenía manos de seda
que tocaban el latir del corazón.
Mi luna tenía infinitos luceros
que me miraban y me sonreían.
Mi luna tenía una rosa roja
que me besaba en la comisura de los labios.
Mi luna tenía piel de algodón
que me acompañaba en las noches
Mi luna tenía voz de ángel
que acariciaba mis oídos.
Diabólica niebla que eclipsó mi luna,
que se esfumó, que se fue, que no volverá…
Y sólo vivo por el recuerdo que pasó,
que sigue pasando en mi mente embriagada
por el deseo que se escapó de mi.
En este lejano horizonte hay mil lunas,
pero ninguna será como ella,
que brilló en lo más profundo de mi universo.
Sólo mi luna puede encender la chispa de mi amor.