Me he desnudado para ti. Soy tuya como el viento de la
flauta, como el carbón del acero. Entre mis temblores habitas. Mis orgasmos son
para ti, mis deleites son por ti.
Has entrado en mi intimidad y montándome me has hecho gozar.
Tu sexo se personificó en mis dedos, tu pene se entretejió en mis deseos y me
haces temblar, me haces gozar, me haces llegar, y en convulsiones... detonar.
Con los últimos espasmos de mi clímax, veo tu figura
potente. Entre visiones borrosas, por la anestesia del orgasmo, de sentido
carente. A tanta dicha me has traído; tú eres un santuario, mi refugio, mi
lecho, mi amante noble, de sexo desquiciado. De grandes ganas y brazos fuertes,
de virilidad plena: mi punzón de dulce simiente.
El momento que de tu calendario has donado a mi
memoria quedará flotante en mi piel y en mi historia. Esperé desde siempre,
para a tu carne entregarme. Para yacer inmóvil bajo la fuerza inmensa de tu
cadera oscilante, restregándose en mis palpitaciones, sosteniéndose en tus
rodillas; entrando y saliendo. Limpiando mis deseos, purificando mi sexo con la
estopa de tu pene, con el solvente de su semen.
Mis gritos deposito en tus oídos; mis uñas en tu
espalda. Aprieto tu cuerpo con mis muslos, con mis paredes tu estaca. Dame de
tu aliento, está seca mi garganta. Mójame de tu saliva, mientras terminas tu
danza. Mientras me corro contigo, fundiendo en amalgama tu semen con mis fluidos,
nuestro sudor en la sábana. Brincas sobre mí, me galopas; mi clítoris expuesto
con tu pelvis tocas y por dentro... oh Dios...la gloria
por dentro me llenas y me vuelves loca. Tambaleante,
regreso al teclado, mi vulva desnuda vomita los lagos que tus deseos provocaron.
Has venido a tomarme a poseerme a clavarte en mi piel a reventar mis deseos y
darles vida. Temblorosa, vuelvo al teclado...