CARTA A MI AMOR
Amada mía cuando será el momento que llegues a mis brazos, ¡amado mío, cuando será!
Mi corazón te reclama a gritos, a gritos con sus latidos y mientras más te imagino, ¡mas te extraño! mientras mas te pienso más te amo.
Y esa espina clavada en el fondo de mi alma, comienza a inquietarme hasta llegar al borde de la desesperación.
Mis manos dibujan figuras en el aire simulando acariciar tu silueta, comenzando por tu cabello, tu delicado cuerpo por completo.
Cierro los ojos y es como si a mi lado te tengo, sí; hasta puedo sentir el bello aroma que tu suave piel despide inundándome de paz, la que tu solamente me puedes dar.
Mi imaginación vuela, y te veo junto a mí, tomados de las manos, entrelazando nuestros dedos, formando toda una vida juntos, construyendo una unión inseparable, mi mirada fija en ti y la tuya en mi amor, hablando por nosotros sin que hagan faltas palabras para expresar lo que sentimos; sin romper el silencio de ese momento mágico que nos rodea, y nos llena de placer a los dos.
Quisiera contarte, que al conocerte les pedí ayuda a los astros, para que me ayudaran a construir un paraíso para nosotros.
Ellos se negaron rotundamente y les insistí, les dije, que desde el primer momento en que te oí me enamoré, que no estaba confundido, mi corazón me lo repetía continuamente, y tanto insistí que accedieron.
El paraíso lleva tu nombre, tiene como vista principal un arco iris lleno de vida, cruza de lado a lado irradiando su colorido, su belleza, su alegría, al igual que tu.
También le agregue, un inmenso e inimaginable jardín lleno de flores, que con su aroma da una sensación de paz, de ternura, y de frescura, al igual que tu eres.
Hoy no estás junto a mí, y aún sigo construyendo en mi mente el paraíso que sueño para nosotros.
Los astros me recriminan continuamente, y en todo momento no creen que continúe construyéndolo, pero yo tengo esperanzas de que el paraíso será terminado, se que lo conocerás, también se que depende de mi, y en ello estoy, intentando que ese edén que soñamos sea una realidad en nuestra vidas.
Tuyo siempre: Juan Cano
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