Hay muchos objetos celestes espectaculares, pero las escenas más impactantes, según la ESA, llegan con el último aliento de las estrellas de masa media, con el que emiten grandes nubes de gas a altas temperaturas. Estos estertores forman nebulosas planetarias como NGC 6302, más conocida como la Nebulosa del Insecto, o Nebulosa Mariposa.
Su forma tan característica la convierte en un buen ejemplo de una nebulosa bipolar, en las que el gas puede escapar más fácilmente de los polos que de la región ecuatorial de la estrella moribunda, creando una estructura lobular que recuerda a un reloj de arena o, en este caso, a una gran mariposa cósmica.
Esta compleja estructura se encuentra a unos 3.800 años luz de la Tierra, dentro de la Vía Láctea. Se formó cuando una estrella con una masa cinco veces superior a la del Sol se transformó en una gigante roja, desprendiéndose de sus capas externas y volviéndose extremadamente caliente.
Además de su indiscutible valor estético, esta imagen revela una gran cantidad de información sobre las propiedades físicas de la nebulosa.
El tono rojizo de los bordes de las alas de la mariposa es producto de la radiación emitida por el nitrógeno, e indica que esta región se encuentra a una temperatura relativamente baja. En contraste, las manchas blancas cerca del centro de la estructura son las emisiones del azufre, que se corresponden con las zonas de más alta temperatura, en las que las corrientes de gas colisionan en el entorno de la estrella central.
El gas caliente expulsado por la estrella colisionó con la materia de su entorno, creando ondas de choque a través de toda la nebulosa. Un buen ejemplo es la línea serpenteante bien definida que atraviesa la mancha blanca en la esquina superior derecha de la imagen. Las otras tonalidades de la nebulosa indican la presencia de oxígeno, helio e hidrógeno.
- Las fotografías utilizadas para componer esta imagen fueron tomadas el 27 de julio de 2009 por la Cámara de Gran Angular 3 del Hubble, en las bandas de la luz visible y del ultravioleta.