El fin del verano
Estaba viviendo ese triste verano
de secas hojas
de flores a medio pétalo
ausencia de amores.
Grito de soledad que recorría a mi cuerpo
con señales marchitas
que iban acabando con las esperanzas
de despejar mi traje.
Luchando contra la batalla
de que la mujer debe ser perfecta
para ser deseada
teniendo todavía el don de la conquista.
Mis ojos se encontraron los tuyos
tembló la fortaleza que guardaba ante una entrega
sentiste el llamado de mis hormonas dulces
pidiendo tu deseo.
Realicé el conjuro que serías mío
te soñé con tus manos deslizando debajo del vestido
hasta llegar a ese punto
donde no existe retroceso.
Agachada tu cabeza bebiendo de manantial
de rodillas suplicantes tus ojos
para sustraer tu deseo
y dejar en mi tu infinidad.
Besos largos…
compartiendo entre humedades
dientes, dedos, lenguas
viajando para dar placer en todo el recorrido.
De pronto penetrante
desmayando en ti mis sensaciones
me dejo llevar por el goce del momento
te aprieto celosa bien adentro.
Para recibir apetitosa
junto a cantos entonados
el éxtasis que los dos hemos buscado.
Mi conjuro resultó
y así pasó.