Nuestras horas se diluían
en la frescura de los días
soñando nuestro momento mágico
sin precipitarnos.
La noche de la entrega
nos dimos en un todo
llenando nuestra desnudez
con recorridos de besos y humedades
fundiendo en uno solo nuestros entes.
Me llene de ti deambulando en tu goce
con necesidad de saciarme y sintieras
soy esa mujer que ama cabalgarte
acobijándote con mis pechos.
Tus manos se sujetaron
con amor a ellos
habitándome tus caderas
en suaves vaivenes y ondeados trampolines.
Tu mirada con llamas de fuego
siguiendo a mi cuerpo
mientras voluptuoso
llenaste mi frontera.
Tu nombre agonizó en mi garganta
con la pasión centrifuga de tus besos
gritando en silencio
sentada sobre mi dulce centauro.
Me giras ya debajo de ti
preguntando con tus pupilas dilatadas
y generoso en movimientos
lo que siento.
Las palabras las entierro
por encima de tu lengua
se hace más intensa tu entrega
para morir y revivir en tu cascada
arrullándote con mi más alta nota.