Sentada en una silla
el sol arrecia fuerte.
Me pongo de pie, abro
mi sombrilla y camino
desnuda por las
orillas del mar.
Tu enciendes velas y cirios,
y me esperas
para plasmar
nuestro encuentro.
Yo camino desnuda por la
avenida, el sol arrecia fuerte;
las miradas me evitan
yo calcino sus ojos
y estremezco conciencias.
Todos evitan mi presencia
ardo en los ojos y en el corazón;
yo camino desnuda con
mi sombrilla.
Al volver a casa me sentaré
en la silla a contemplar
mi paisaje sin los ojos
que me evitan.
Tu me esperas y me habitas;
desnudo con tu sombrero
de señor, me miras a los
ojos y te reencuentras.
Y somos dos.